miércoles, 22 de diciembre de 2010

UNA BUENA PERSONA

Mis hijos han sido muy afortunados pues han tenido tres abuelos, a saber el padre de mi marido, mi padre y el abuelito Rufino. Fue una decisión que tomo él cuando yo me quedé embarazada de mi primer hijo y que desde hace treinta y cinco años y hasta hace un rato, lo ha ejercido, no solo con mis hijos, sino también para con los hijos de nuestros amigos. Un hombre bueno, con sus defectos, como es lógico, pero al que la cercanía, el trato agradable, la responsabilidad en la enseñanza, el compromiso con hacer la vida mas llevadera, limar asperezas y ver el lado bueno de las cosas han sido su seña de identidad. Sus cuñados, hermano, sobrinos, sus compañeros, sus amigos saben la suerte que su mujer y su hijo han tenido en la vida. Solo quiero recordar una anécdota: hicimos una acampada varios amigos con nuestros hijos. El refugio tenía tres módulos y se tomó la decisión de repartirlos de forma que uno lo ocuparan los hombres, otro las mujeres y otro los niños, pero con los niños tenía que estar un adulto. El adulto lo eligieron ellos y la votación fué unánime: el abuelito Rufino. Un buen esposo, un buen padre, un buen profesional y un gran cristiano comprometido con la familia y con su parroquia.

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